Compartimos, como humanidad, una lucha que implica aprendizajes. Una pandemia que nadie quiso, y nadie quiere, pero que ha implicado que aprendamos, aprendamos y aprendamos, empezando por la mínima lucha: la de sobrevivir.
Estos son días y semanas en las que hemos tenido que confinarnos, distanciarnos físicamente de gente que amamos, que dejamos las actividades cotidianas, que detenemos planes, que se nos complican cosas. Son días, sin lugar a duda, muy difíciles y cargados de la tensión que nos causa un virus que no vemos, pero que sí se deja ver en sus efectos.
Este tiempo es un tiempo de aprendizajes que vamos alcanzando conforme pasan las horas, pero que debieran convertirse en recursos que nos permitan una vida distinta, que nos ayuden a ser diferentes cuando podamos salir a la vida que teníamos antes del coronavirus.
He aquí una pequeña revisión de esos aprendizajes que estamos alcanzando hoy, pero que serán fundamentales para nuestra vida pospandemia.
Aprender a vivir consigo mismos. Este tiempo de distancia debe estarnos enseñando que no necesitamos siempre estar con otros para sentirnos bien, para ser gente que contribuye a mejorar el mundo. Se trata de no huir de nosotros mismos, de nos buscar en el trabajo o en las actividades sociales, incluso en compromisos ciudadanos, la manera de estar en un activismo que nos impide reflexionar, sentir, encontrarnos. Aprender a estar solos sin sentirnos solos es una herramienta, de hoy y de siempre, para que nuestra vida sea plena.
Aprender a vivir con los cercanos. ¿Cuántas parejas no estarán en crisis en este momento, por tanta cercanía? ¿Cuánta gente está menos desesperada por el virus que por la persona que tiene cerca? También estos son días para aprender a escuchar, a atender, a negociar, a dialogar en todo el sentido de la palabra con quienes compartimos el techo, y que, probablemente, en meses y años previos no habíamos querido o podido sostener charlas largas, serias, respetuosas. Aprender a vivir con los cercanos es una construcción de hoy que podrá dar sus frutos en el tiempo futuro.
Aprender a ser solidarios. Una emergencia saca lo que somos interiormente. Por eso, aunque no sorprende sí duele ver reacciones de rechazo, de burla, de agresividad a las víctimas de la pandemia. Pero no es todo mundo así. También se ha venido creando aprendizajes a favor de los que sufren la enfermedad, de quienes viven y están en la calle cuando el resto tiene que estar encerrado en su casa. También se trata de un momento en el que tenemos que pensar y sentir a quienes se quedan sin trabajo, sin ingreso, sin aquello que le permita comer todos los días. Y pensar en los pueblos y comunidades que, en tiempos ordinarios o en extraordinarios, como éste, son excluidos y negados en sus derechos. Ser solidarios en momentos como este, es el aprendizaje que podría ayudar a cambiar las relaciones sociales y políticas que ya hace tiempo debimos haber cambiado.
Aprender a valorar los recursos. Cuando empezamos a tener problemas con el abastecimiento es cuando empezamos a descubrir que podemos vivir con menos, o con poco. El consumismo desenfrenado, ese al que nos han llevado los poderes globales, puede que también sea un objeto de cambio en nuestras actitudes y comportamientos. Aprender a consumir de manera responsable nos ayuda hoy, pero será también una herramienta de vida futura.
Aprender a cuidar los recursos naturales. Los pájaros cantan mucho más estos días. Los ríos, los lagos y los mares están recibiendo menos contaminantes. Los bosques están siendo menos consumidos. ¿No son muestras de que algo en nuestra vida “normal” está afectando la casa planetaria? Aprender a ver el verde y el multicolor de unos entornos no tan dañados por la presencia humana debiera ponernos en la reflexión y en el cambio de conductas hacia una vida más respetuosa y holística. Nuestro hogar lo merece.
Aprender a crear alarmas tempranas. No importa si se crea el escándalo, o el miedo colectivo, o alarmas que después se descubren que fueron innecesarias. Es mejor que sobre y no que falte a la hora de cuidar la vida de los seres humanos y de la naturaleza. La pandemia fue tal porque se dejó de atender las primeras señales, porque no se fortalecieron sistemas de alarmas y de atención. Aprender esto será crucial para cuando, en el futuro, nos venga algo parecido. Y aquí aparece el aprendizaje de los Estados: privilegiar el estado de bienestar como una contención más poderosa, y crear sistemas e instituciones para impedir el avance de situaciones como la actual.
Aprendemos hoy, pero sabiendo que solo es aprendizaje si el día de mañana nos posibilita ser mejores seres humanos, más capaces para enfrentar situaciones difíciles. Y, sobre todo, si nos permite poner a la vida en el centro de todo. ¡La vida plena para todos y todas!